domingo

Existen Amores

Existen amores que viven tras cortinas, escondidos en el humo de la cotidianidad, probando nuevas maneras de experimentar emociones, pasiones, algo que existe pero que no saben que es, ni siquiera saben que está ahí…
Amores que viven en un penthouse virtual, lleno de espejos y una cama suave, que hacen el amor al borde del balcón y andan en un paso constante del puente entre la locura y la cordura… amores de esos que esperan y desvelan…
Son amores intensos, que llenan espacios vacíos, que producen esperanzas, de esos que dan cosquillas cuando llegan y angustias cuando se van…
Amores tardíos que escriben historias pero arrancan las páginas, que dejan huellas en el corazón pero no en la conciencia, que viven pero no sobreviven y donde la palabra “siempre” tal vez no existe…
Son amores de la calle, de los que no se encuentran sino que se tropiezan, que visitan pero no se quedan, invitan pero no pagan y se trasnochan pero no amanecen… amores de esos que dan libertad…
Amores irracionales donde prevalece el deseo y las ganas de amar, de tener experiencias desconocidas, de cumplir promesas… son esos amores que confunden y apagan la luz para huir de las verdades…
Son amores cálidos, suaves, intensos, de piel y sentidos, de coincidencias buscadas… en fin, son esos amores que nacen y terminan en el deseo…

jueves

Ufff, como me pones


Me pones. Qué se le va a hacer si mis labios se entreabren, húmedos y palpitantes, a la espera de ese beso que sé que será desgarrador. Mi cuerpo se anticipa al calor del tuyo; le espera como agua de mayo, para que venga a calmar mi sed. No provoco esa calidez que se expande desde el epicentro de mis muslos hasta el alba cálida de mis muslos hasta el alba cálida de mis pezones erectos. Ansiosos por que los toques, apenas el roce de la camisa les desata, en mi entrepierna la embriagadora ansia de tu sexo amigo; amante. Nada puedo desear salvo tu lengua, por mi vientre y en mi boca, recorriendo suavemente mi piel ardiente y desesperada.
Eres la cara oculta de la luna próxima a desvelar su misterio entre arañazos y gemidos, en lo más profundo de mí, en el cielo de mi lecho.

miércoles

Striptease

Me miras indeciso, sin saber a qué atenerte, casi se podría decir que nervioso. Me sitúo tras de ti y abrazándote la cintura te susurro de nuevo que te sientes.
- Sabes que no me gustan las sorpresas.
- Esta te gustará - te digo y sonrío, pícara, para convencerte.
Te acomodas por fin en la silla y me miras extrañado mientras te ato las manos para que no puedas tocarme. Me alejo sinuosa hacia el equipo de música y dejo que sonidos chill out invadan la habitación. Tu observas sarcástico que tu asiento está situado frente a un espejo de cuerpo entero.
Sin dejar de mirarte, contoneo mis caderas al ritmo lento de la música y te acaricio el pecho. Un beso tranquilizador en la frente y me alejo de nuevo.
Bailo, y mis manos se deslizan a lo largo de mi cuerpo, acariciándome y desabrochando la camisa de blanca. En un solo gesto, me deshago de la falda y dejo caer la camisa. La música va "in crescendo", y me acerco al espejo para apoyarme en él y mostrarte una visión perfecta de mi culo. Cuando vuelvo a posar mis ojos en ti, ya no sabes a dónde mirar, dividido entre lo que puedes ver de mi cuerpo y lo que te muestra el espejo, mi cómplice.
Me aproximo a ti, sentándome sobre tus rodillas para quitarme el sujetador y pasearme a tu alrededor. Abandono mis braguitas sin apartarme demasiado, para tumbarme en el suelo frente a ti y jugar con mi cuerpo, como lo hago cuando estoy sola. Pero ahora tú me miras y eso me vuelve loca, y me atrevo a ponerme a cuatro patas de cara al espejo sin parar de tocarme, y siento cómo tu respiración se acelera con la mia, y cómo luchas por deshacerte de los nudos.
Mi orgasmo está cerca y decido darme un respiro, mis dedos bajan tu cremallera y mi lengua, ansiosa, recorre tu miembro. Tu corazón se acelera y las palmas de las manos te sudan, pero estoy decidida a no dejarte escapar y cuando te veo preparado me siento sobre ti, de espaldas, para que observes en el espejo el vaivén de mis pechos, hasta que los dos, rendidos, nos derramamos en un mar de sonrisas, contracciones y felicidad.